miércoles, 14 de diciembre de 2011

AGENDA PREVENTIVA DE EVENTOS ESPECIALES

Hoy en día mantener una relación requiere de paciencia, sacrificio, inversión de tiempo y despego de bienes materiales, porque una de nuestras inversiones tiene nombre propio y es el de nuestra pareja, esos “lujitos personales” pasan a la historia como recuerdo de un pasado feliz.
Primero para conquistarlas tenemos que invertir en salidas, pasajes en la combi,l os respectivos taxis, regalitos que muchas veces son los infaltables peluches, chocolatitos, tenemos que gastar en el celular y no estar mandando mensajes “misios” porque eso no es fashion; imagino que muchas mujeres que están leyendo esto, estarán negándolo con la cabeza; pero es cierto, la calidad del tiempo compartido depende mucho del lugar y la actividad que se haga y aunque hay excepciones, lo que digo es lo más normal.
Después de la conquista vienen otros gastos como los regalos en los cumpleaños (de la enamorada y sus familiares) de la mama, el papa, la hermanita, la abuelita, la prima, el cuñado, etc.; claro pero también están las celebraciones especiales como la Navidad, el Año nuevo, las graduaciones, bautizos, primeras comuniones, matrimonios, baby showers y por si fuera poco, quien sabe a qué mente metalizada se le da por inventarse días como el día de los enamorados y la amistad, que aunque representa un gasto para ambos, no deja de ser un gasto.
El no temer en cuenta todas estas “fechas especiales” puede dar como resultado que nos sean infieles, es una más de sus excusas... porque ella buscara a alguien menos tacaño, o dicho en sus palabras “mas cariñoso y detallista”. Esta es la triste realidad que las mujeres se niegan a aceptar sólo por que nos les conviene verse como interesadas, pero esto no es necesariamente algo negativo en ellas, es algo simplemente natural con lo que les toca vivir, tan igual lo que le pasa a los hombres con su debilidad pos los traseros de las mujeres, venimos con esos genes de nacimiento y hay que aceptarlo con valentía.
El día del amor y la amistad es muy celebrado en nuestro país, es el equivalente del día de San Valentín que se celebra en el resto del mundo durante el mes de febrero, la única diferencia es que la celebración nacional no tiene ninguna justificación histórica o por lo menos no que yo sepa. El día de San Valentín conmemora una historia realmente interesante del siglo tercero, pero en Perú lo único que se celebra es la llegada de la primera quincena del mes, una fiesta que hace feliz a los vendedores y pones en aprieto a muchos compatriotas enamorados.
Por eso, personalmente he desarrollado una técnica que me ha mantenido muchas veces a salvo durante varios meses, no es ético, -lo reconozco- ni mucho menos bonito, pero me mantiene protegido de esos embates de la sociedad consumista, lo llamo la agenda preventiva de eventos especiales, donde señalo la fecha que está justo dos días antes de cualquier día especial, esa X roja en mi almanaque indica que ese es el día exacto para propiciar una pelea con mi pareja, para ello hay que buscar de manera inteligente una razón, ya sea porque no nos contestaron el celular, porque se la pasa chateando con desconocidos, por que recibe llamadas de sus ex, porque nos dejo plantados en algún momento y ahora lo recordamos o por cualquier otra cosa; la idea es generar una discusión oportuna y sin trascendencia, pero que ayuda en ganar tiempo en la fecha precisa; y está claro que una pareja peleada no se da regalitos, la reconciliación vendrá cuanto ya no haya peligro para mi bolsillo.
Sé que esas fechas especiales son amenazas potenciales para la economía de todos los galanes enamorados, esta es una recomendación que les puede dar resultados; pero aclaro que no siempre es así. A veces caemos en las redes de las mujeres y en sus hechicerías, si es así, debo de compadecerlos, está claro que estos artilugios no funcionan.

Paúl

sábado, 3 de diciembre de 2011

LAS PREGUNTAS MÁS DIFICLES QUE LAS MUJERES PUEDEN HACER A LOS HOMBRES

Gracias a mi programa de radio y el hablar con miles de oyentes de cientos de temas de conversación, me permitieron conocer puntos de vista distintos, sin duda alguna, una experiencia divertida y siempre enriquecedora.

En esas tantas conversaciones y por el estilo y formato de Sour de Medianoche pregunte muchísimas cosas, de machísimas formas y a muchas personas; pero también recibí preguntas de todo tipo, aprendí a esquivar con cierta elegancia y no siempre con éxito algunas esas preguntas muy complicadas que uno que otro oyente se atrevía a hacerme al aire a través del teléfono, ellos enfundados en el anonimato y yo buscando salir bien librado de esos momentos, situaciones que se convertían en el cotidiano transitar del programa. Ahora que lo recuerdo, esas eran situaciones más que incomodas me resultaban divertidas. Con todo esto que viví en la radio puedo dar fe que he recibido las preguntas más incomodas e indiscretas que cualquier persona puede recibir, digamos que –como decía mi padre- estoy “curtido”, soy como un hombre realizado en esos aspectos; la verdad que ahora ya ninguna pregunta me escandaliza o sorprende, lo escuche todo, pregunte de todo, bueno casi todo.
De todas las preguntas tormentosas, incomodas, atemorizantes  e indiscretas que me hicieron, existen cuatro preguntas que considero son las más complicadas que yo o cualquier hombre puede recibir; y no tienen que ver con las clásicas preguntas pornográficas que escandalizarían a la mayoría de chicas, ruborizarían a otras y calentarían a algunas, se tratan de preguntas que tienen todo mezclado: sexualidad, aritmética, lógica, filosofía, religión, química, física y hasta metafísica, estas preguntas tienen todo eso junto, mismo combo navideño, y son esas que nos las han hecho y que lamentablemente nos las seguirán haciendo ellas: las mujeres.

Dicen (los hombres que han vivido esas experiencias que por suerte aun no es mi caso) que cuando a un hombre le hacen alguna de estas preguntas, la sensación que experimenta en ese momento es los más parecido ha pasar por el examen de tacto a la próstata que los médicos le hacen a sus pacientes, por lo general hombres maduro - ese examen en el que el médico mete el dedo al potito del paciente para auscultar su próstata-  para la mayoría de los hombres, ésta es una situación no sólo dolorosa, sino incomoda; posiblemente para otros no tan hombres les resulte una experiencia interesante, satisfactoria, placentera, pero bueno, ese ya es otro tema. Con esto quiero graficar, de manera algo didáctica, lo incomodo y dolorosas que son esas preguntas para nosotros.
Aquí les resumo las cuatro preguntas más incomodas que un hombre puede recibir de una mujer (léase enamorada, novia, amante, agarre, amiga, amiga cariñosa, amiga con derecho, amiga de tragos, amiga despechada o amiga despachada o como quieran llamarle) y también incluyo algunas opciones de respuestas que recomiendo para quedar como los caballeros decentes que somos y que siempre seremos.
Si algún hombre contesta mal alguna de estas preguntas (en otras palabras, dice la verdad) se empezara una larga discusión en la que tenemos las de perder. Por ello y como un servicio a la comunidad varonil, aquí detallo las preguntas y lo que podrían contestar para evitar una discusión con ellas. Lápiz y papel.

Pregunta 1: ¿En qué piensas?
La respuesta correcta es: “Perdón si he estado un poco pensativo y ausente, pero estaba reflexionando en lo inteligente, guapa, cariñosa y maravillosa mujer que eres y lo afortunado que soy al tenerte y haberte conocido”.
Obviamente esta respuesta no se acerca para nada a lo que hubieras contestado si respondías con la verdad:
a.       En el partido de futbol de equipo.
b.      Que aquella chica esta mil veces más bonita que tu
c.       Lo bueno que esta ese carro
d.      Lo gorda que estas
La mejor y más sincera respuesta a esta pregunta (que obviamente no se las podemos decir) y que las mujeres deberían deducir por un elemental razonamiento lógico es: “Si quisiéramos que supieran lo que estamos pensando, obviamente se los diríamos”… no les parece?

Pregunta 2: ¿Me quieres?
Lo mejor es responder: “Si” o “Claro, mi amor”
Algo inapropiado y peligroso seria:
a.       Te haría sentir feliz si te digo que si?
b.      Eso depende, ¿para ti que es el amor?
c.       ¿Importa algo?
d.      ¿Quién? ¿Yo?

Pregunta 3: ¿Me veo gorda?
La respuesta correcta es: “Claro que no!!!”
Tenga cuidado con responder:
A: ¿Comparada con qué?
b. Yo no te llamaría gorda, pero tampoco te llamaría delgada.
c. Uno kilos de mas te sientan bien.
d. He visto chicas más gordas que tu
e. Muuuuuu!!!

Pregunta 4: ¿Crees que ella es más bonita que yo?
Una vez más, la mejor respuesta ges: “Claro que no!!!”
Cuidado con responder:
a.       Sí, pero tú tienes más personalidad.
b.      B. no es más bonita, pero si más delgada.
c.       No tan bonita como cuando tu tenias su edad.
d.      A ver defíneme ¿Qué es ser bonita?
e.      Pero tú escribes bonito.

Espero que esto les ayude, y si no les recomiendo que pongan en práctica el viejo truco de la llamada salvadora en el que suena el celular y ustedes contestan una llamada inexistente, dicen que es una emergencia, algo así como que la abuelita se atoro con el panetón o cualquier cosa, y salen volando del lugar; así habrán salido también del problema, pero solo momentáneamente hasta que nuevamente vuelvan a recibir las mismas preguntas de las mismas mujeres o tal vez de otras, según sea el caso.
La verdad que la vida de un hombre es complicada, llena de problemas, buena parte de ello se lo debemos a las mujeres, y claro que por ello les agradecemos… que aburrido seria este mundo sin problemas (léase mujeres).

Paúl

viernes, 25 de noviembre de 2011

A veces llorar es mejor que el sexo

Su cara está descuartizada por el rubor, el rimel y el lápiz labial de payaso. Sus dientes están amarillos por los cigarros, que ya no la hacen interesante, y sus labios son flácidos por los miles de felatios que ejecutó con paciencia. Sus ojos reflejan una lujuria desgastada.
Una puta de recorrido extremo y tarifas bajas. Ya no es una golfa por dinero y aún menos por placer. Para ella su trabajo es casi una costumbre. Una forma de vida enmarcada en todos esos desconocidos tan conocidos. Sus fieles clientes que pasan siempre a la misma hora, en el mismo instante, y con las mismas ganas.
Para ella, ya dejó de ser un trabajo o un método de hacer dinero. Sino una insana realidad. Una vanidad de ser deseada. Un amor fingido que solo es realidad cuando es pagado. Un cariño profesado que es abonado en una cuota al final del acto.
Una habitación oscura con un tono rojo erótico, otorgado por el único foco que cuelga del techo. Las luces del televisor cambian la tonalidad del cuarto. Una porno en la pantalla le da el ambiente sórdido al encuentro. Los gemidos resuenan en las descascaradas paredes, antes de que haya sexo en la habitación. Un catre de hierro en medio domina la escena. Una cama que resuena a penas la toco. Preciso para el sonido del sexo.
Las piernas abiertas, los brazos apretando. La oscuridad como cómplice de su fealdad. Los gemidos de película aún cuando ni siquiera la toco. Los halagos de mi grandeza aunque aún no me ha visto.
El dinero no importa. El sexo tampoco. El amor solo es un recuerdo. El cariño una retribución ajena a ella. Una conversación con voz cansada de gemir. Una mirada que quiere hablar. Esta vez las gotas fueron de llanto. "Gracias bebé por escuchar". A veces llorar es mejor que el sexo.

sábado, 12 de noviembre de 2011

LOS VERSOS QUE NO REGRESAN

Nunca he sido un adelantado. Siempre conocí a destiempo muchas de las cosas que –para algunos precoces rebeldes- resultan imprescindibles de conocer entre la adolescencia y el estreno de la juventud: tener enamorada, aprender a conducir el carro de tus padres, saber bailar, beber cualquier licor hasta la madrugada, tirarse la pera en el colegio, iniciarse sexualmente.

Todas demoraron, pero cuando llegaron lo hicieron con maravilla y esplendor, como justificando esa tardanza. A la larga, enfrente todo lo que “tiene” que enfrentar cualquier muchacho, aunque a veces -lo confieso- en calidad de odioso veterano. De todas esas situaciones, sin embargo, hay una a la que, por inocente o por trágica, le guardo una evocación particular: la de mi primer beso.

Unos versos, leídos en algún poema, me daban, en mis tardes de distraído colegial, la idea de que el instante del beso (sobre todo del primero) debía ser lo mas parecido a la felicidad: un momento celebre, de plena alegoría.

Del mismo modo, cuando Kevin Arnold y Winnie Cooper, los incansables enamorados de las serie de televisión “Los años maravillosos”, juntaron sus bocas por primera vez en mitad de un parque, sentí un magnifico estupor. Creía que mi primer beso debía ser así: dado con intensidad, sin reticencias, en un paisaje natural y con una canción edulcorada como sublime marco. Estuve cerca.

El hecho sucedió sin predecirlo, con miedo y con pudor. Ella tenía 16 años y antiguas relaciones que la convertían en una “mujer de mundo”. Yo arañaba los 17 (edad en la que muchos de mis amigos ya ostentaban un record, nada desdeñable, de besos y encamadas) y contaba con algunos amoríos ingenuos que ningún verano consumo. Estábamos invitados a un fiesta que se daba en los salones de un conocido hotel de la ciudad. Esa noche después de aventurarme a invitarla a caminar fuera de las instalaciones donde se realzaba la reunión, nos sentamos al pie de la laguna principal. Tome su mano con delicadeza, como para no revelar que era un aprendiz y, envalentonado por no se que certezas, acerque mi rostro al suyo. Todo era propicio: la noche vasta, la luna encallada entre las aguas, la belleza de los árboles dormidos. Incluso la música de fondo (un conjunto de boleros que dejaba escucharse a lo lejos) no desentonaba en lo absoluto. Pero la fatalidad y el desencanto pudieron más que los versos de ese poema recordado y los mimos de Kevin y Winnie juntos. El mal movimiento de labios, el juego torpe de lenguas, el choque brusco de dientes y el estúpido torrente de baba terminaron por arruinar lo que debió ser un beso de película o, al menos, de un beso de telenovela nacional.

Hace unos días, la muerte –equivocada, dulce, impertinente- se llevo a la muchacha que estuvo esa noche conmigo en la laguna. Aunque nuestras vidas se habían bifurcado por completo, acudí al velorio con una angustia visceral, casi irremediable.

Me acerque a contemplarla sin vergüenza y pude contemplar que, detrás de ese vidrio pequeño y frío, su rostro permanecía hermoso e impecable. Observe su boca luminosa con detenimiento y vinieron a mi mente aquellos versos que recodaba en mis tardes de distraído colegial... entonces adivine que mi primer beso, el torvo y mal dado, había superado todas mis expectativas y en ese momento, antiguo y silencioso, se iba con ella, brillando para siempre.

Gracias por haberme hecho vivir un momento especial en mi vida. Te recordare por siempre.

sábado, 27 de agosto de 2011

Y seguiré soñando


Tenemos una preferencia particular por ciertas canciones ya sea por su ritmo que nos contagia de alegría y nos enchufa en la diversión, porque aprendimos a quererla por alguna otra persona; pero tal vez nos gusten algunas canciones porque sus letras cuentan, como nosotros quisiéramos contar, alguna etapa de nuestra vida en algo así como 4 minutos. Creo que también algunas canciones son especiales para nosotros y hasta nos llegan a gustar, porque gracias a ellas recordamos a una persona que fue importante, especial y que marco de alguna forma nuestra vida y nos remonta a algún lejano o cercano pasado con tristezas o alegrías. Son gracias y por culpa de esos juegos de la mente, que al escuchar una canción que está grabada en nuestra mente, automáticamente nos conectamos con los recuerdos de esa persona, y recordamos algún lugar, una experiencia, y por unos instantes mágicos o infernales  quedamos atrapados en el recuerdo mientras escuchamos esa canción. Y es que las canciones son como fotografías mentales. Las imágenes buenas o de las otras, las pone nuestros recuerdos en relación directa a las buenas o malas experiencias que evocamos al escuchar nuestras favoritas, o aquellas que no siendo nuestras favoritas la radio las toco y nos enchufo con los recuerdos. No podemos hacer nada, esa canción nos traerá algún recuerdo, y ojala siempre fueran solamente buenos recuerdos, pero no siempre es así.

Como las canciones, los poemas grafican momentos o etapas que hemos vivido, ellos dicen lo que algunos quisiéramos decir, pero de una forma más edulcorada y decente.
De todos los poemas que he leído en Sour de Media Noche, hay uno al que le guardo un particular cariñó, muy a pesar mío, cuenta lo que en algún momento lo que tal vez quisiéramos decirle a alguien. Me permito compartirlo en el Blog, lo leí el pasado domingo en el programa, porque me lo pidieron, pero además, aunque suene a conchudez, me lo pedí a mí mismo. De tanto leerlo casi me lo aprendí de memoria, lo leo en silencio y siento que debería dedicárselo a alguien, pero sé que eso resulta prohibido, pero que importa, se que mucho de lo que está prohibido para mí me hace vivir, y entonces en silencio me permito dedicárselo. Tal vez esa persona lea estas líneas, y se preguntara… ¿Qué mujer será esa? Y no comprenderá.

Paúl


YO SEGUIRE SOÑANDO

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizás: «Qué linda es, todavía».
Tú, quizás pensarás: «Se está poniendo viejo».
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo, o con otra.
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos.

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando,
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente,
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos, para siempre, cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

José Ángel Buesa

domingo, 14 de agosto de 2011

La vitamina Ch de los arequipeños



Para un arequipeño como yo, le es muy difícil simplificar las cosas buenas que tiene nuestra ciudad y que son motivo de tanto orgullo, confieso que casi siempre me resulta un placer explicarle a cualquier extranjero -entiéndase por extranjero a toda persona nacida en otra ciudad que no sea Arequipa y de cualquier país, incluido el Perú- las bondades y belleza de nuestra tierra. Cuando a los arequipeños nos consultan sobre las cosas buenas de nuestra ciudad es inevitable hablar por ejemplo de la belleza y majestuosidad del volcán Misti, de la campiña, el cañón del Colca, la plaza de Armas y su inigualable Catedral, del río Chili, de su clima y el eterno cielo azul, la calidez de su gente, de sus costumbres y tradiciones, pero también no se puede dejar de hablar de nuestra amplia y deliciosa gastronomía; no existe otra ciudad en Perú que pueda, al menos, igualar la cantidad y exquisitez de platos típicos de Arequipa.


La comida para los arequipeños ha ocupado desde siempre un espacio particular en nuestras vidas, una de las costumbres que aun en muchas familias arequipeñas se mantiene es la de almorzar cada día de la semana el plato típico que le corresponde, esta tradición se conserva aun en varias picanterías, que son restaurantes típicos, una especie de templos que tienen como culto la comida; gracias a mis padres, desde pequeño las he visitado y esa es una costumbre y tradición que he dejado, y me resisto a hacerlo, muy a pesar de la moda de salir a comer en los varios restaurantes que han aparecido con estos nuevos centro comerciales; nada de esa comida por mas fashion que sea, se compara a nuestra comida.
En Arequipa cada día de la semana es tradición comer un plato típico, ese plato lo encontraran en las picanterías, también se preparan actualmente en casas de familias que cultivan nuestras tradiciones, eso lo sabemos los arequipeños, pero posiblemente algunos lo desconocen y con mas razón aquellas personas que por circunstancias diversas viven en nuestra ciudad y saben poco de nuestras costumbres y tradiciones; me atrevo a recordarles esta particular costumbre culinaria de nuestra tierra a través de una anécdota que viví y la comparto.




En cierta oportunidad un amigo visito nuestra ciudad y sabiendo de lo variada y muy buena comida que tenemos me pidió le diera recomendaciones de lugares a visitar y platos típicos que debía probar para comprobar cuanto de cierto había tras la buena reputación de la culinaria arequipeña, mientras alistaba una respuesta que estuviera a la altura de las circunstancias, le comente que él tendría problemas al elegir algún plato -como les ocurre a todos- pues nuestra comida es tan variada que resulta dificil decidirse por un solo plato y claro le comente que en Arequipa es parte de nuestra cultura y costumbre culinaria comer un plato típico distinto cada uno de los días de la semana, y que gracias a esos platos los arequipeños nos alimentamos con la vitamina CH, eso explicaba como se alimenta en nosotros el particular cariño por nuestra tierra, el carácter volcánico y apasionado de los arequipeños… claro, este amigo nunca había escuchado hablar de la vitamina CH y debo imaginar que para no quedar avergonzado por su ignorancia, asintió todo lo que dije respecto a esta vitamina al mismo tiempo que apuntaba las recomendaciones que le daba.


Como era de suponer y atraído por su curiosidad, este amigo me busco para resolver la duda que le genere sobre la vitamina Ch, habiéndome confesado que lo había dejado pensativo y con una curiosidad incomoda pues por mas que investigo y consulto a cuanto experto encontró respecto a este tema, no encontro respuesta satisfactoria que le explicara sobre esta vitamina; no tuve problema alguno y se lo explique.


En Arequipa cada día de la semana se come un plato típico, así pues...
El domingo se come al Adobo que esta preparado con carne de chancho.. chancho con Ch.
El lunes se come el Chaque… Chaque con Ch
El martes el Chairo… Chairo con Ch
El miércoles la Chochoca… Chochoca con Ch
El jueves el Chuño molido… Chuño con Ch
El viernes el Chupe de viernes… Chupe con Ch
Y el sábado Chicha de jora y Chela… con Ch


Esa es la vitamina CH de los arequipeños!


Paúl
(agradezco a mi amigo Nodoos la colaboracion de las fotos de Arequipa que fueron incluidas en este post, por si aca todo lo aquí incluido tiene Copyright)